Los Intestinos

Ahora se sabe que el colon es nuestro segundo cerebro, contiene un número impresionante de neuronas, más de 100 millones. (¡Quién lo hubiera creído!) Estudios recientes han demostrado una correlación entre la enfermedad de Parkinson y una alteración del sistema nervioso periférico, en particular del sistema nervioso digestivo.

 

Que levante la mano quien nunca haya tenido dolor de estómago cuando está estresado, ansioso o nervioso...

 

Pero eso no es todo. Muchos otros trastornos tienen su origen en el intestino. Alergias, asma, infecciones repetitivas, problemas de piel, sobrepeso, enfermedades autoinmunes... Los intestinos tienen un papel primordial en el funcionamiento de nuestro organismo, ya que absorben y redistribuyen los nutrientes al tiempo que impiden la penetración de elementos tóxicos en nuestro torrente sanguíneo.

 

Para que esto ocurra, los intestinos deben ser capaces de descomponer los alimentos en moléculas lo suficientemente pequeñas como para ser absorbidas a través de la pared intestinal. No sólo entra en juego la forma de comer, sino también el funcionamiento mecánico y enzimático del sistema digestivo.

 

Si las secreciones enzimáticas no se realizan correctamente, los alimentos, al no ser degradados, fermentarán y se pudrirán en nuestros intestinos, perturbando así el ecosistema intestinal.

 

Hay varias razones para esta falta de producción de enzimas: una masticación insuficiente de los alimentos, el estrés, una falta de secreción de ácido clorhídrico en el estómago, causas genéticas y, por último, carencias de vitaminas y minerales (que son cofactores de las enzimas).

 

Qué es el ecosistema intestinal ????

 

Consta de 3 elementos: La flora intestinal, la mucosa intestinal y el sistema inmunitario, que actúan en sinergia para mantener nuestra salud.

 

La flora intestinal está formada por 100.000 millones de bacterias. Algunas son inherentes al organismo y esenciales para su buen funcionamiento, mientras que otras son bacterias transitorias relacionadas con residuos parcialmente tóxicos de nuestra alimentación.

 

La mucosa intestinal es una barrera lo suficientemente permeable como para permitir el paso de los nutrientes a nuestro torrente sanguíneo, pero es impermeable a los elementos tóxicos (virus, residuos alimentarios mal digeridos, parásitos, etc.).

 

El sistema inmunitario intestinal es el más importante de nuestro organismo. Numerosas células inmunitarias están presentes a lo largo de la membrana mucosa y son estas células las que determinan qué sustancias pueden o no entrar en nuestros órganos.

 

Si este ecosistema intestinal se desequilibra, puede producirse una hiperpermeabilidad de la mucosa o una disbiosis, que puede dar lugar a diversos problemas.

 

Son muchos los factores que pueden provocar este desequilibrio:

  • La dieta moderna, que no está adaptada a nuestro sistema digestivo: demasiado azúcar, proteínas, ácidos grasos saturados, alimentos procesados y poca fibra.
  • Gluten
  • Masticación insuficiente
  • Estrés
  • Insuficiente secreción de enzimas
  • Antibióticos
  • Medicamentos antiinflamatorios
  • Quimioterapia, radioterapia
  • Infecciones intestinales

¿Cómo reconocer los signos de los trastornos intestinales?

 

Dependiendo del tipo de disbiosis, los síntomas pueden variar:

  • Disbiosis de fermentación: Es la consecuencia de un exceso de carbohidratos en la dieta y se manifiesta con hinchazón abdominal, estreñimiento/diarrea alternados y antojos de azúcar. Hay molestias en el colon derecho.
  • Disbiosis putrefacta: Es el caso de quienes comen poca fibra pero muchos productos animales y, por tanto, grasas saturadas. Esto conduce a una sobrecarga de residuos y toxinas en los intestinos. Esta disbiosis provoca flatulencias olorosas y mal aliento. Las molestias se localizan entonces en el colon izquierdo.
  • Disbiosis fúngica: Típica de una dieta rica en alimentos procesados, provoca tránsito irregular, cistitis, micosis, alergias cutáneas, problemas respiratorios, etc.

La hiperpermeabilidad intestinal, por otra parte, da lugar a síntomas más amplios que son más difíciles de asociar inmediatamente con los intestinos, como

  • Dolores musculares y articulares
  • Fatiga, malestar y fiebres inexplicables
  •  Intolerancia a los alimentos
  •  Erupciones cutáneas
  •  Sensaciones de intoxicación
  •  Deterioro de la concentración y la memoria
  •  Baja tolerancia al ejercicio físico
  •  Enfermedades de la piel
  •  Infecciones repetidas

 

¿Qué podemos hacer?

 

Como he mencionado antes, lo primero que hay que hacer es comer de forma adaptada a nuestro sistema digestivo. Es decir, una dieta viva y no procesada, que contenga cantidades suficientes pero razonables de todo.

 

También tienes que conocer tu cuerpo y lo que tolera. Si notas molestias o dolor después de las comidas, anota lo que has comido para saber si tienes intolerancias a ciertos alimentos.

 

Un mantenimiento intestinal regular ayudará a evitar problemas más graves.

 

Es posible seguir una dieta de 24 horas cada semana, comiendo sólo fruta, verduras crudas y agua.

 

La misma dieta es útil una vez al año durante un período de 7 días.

 

Se puede preferir una mono-dieta de 3 días en cada cambio de estación. Consiste en comer sólo un tipo de alimento, como manzanas, uvas, arroz, etc., durante este periodo.

 

Durante estos 3 días, su cuerpo no asimilará nada, sino que eliminará todas las toxinas acumuladas para restaurar completamente su flora intestinal.

 

Si se ve obligado a tomar medicamentos, recuerde proteger su hígado durante este tratamiento y drenarlo y regenerarlo después. Cómo drenar y regenerar el hígado

 

De este modo, evitará un impacto demasiado grande en sus intestinos, pero seguirá siendo necesario limpiar su flora intestinal y volver a sembrarla, ya que las sustancias tóxicas habrán penetrado en sus intestinos y, por tanto, habrán alterado la calidad bacteriana de éstos.

 

 

¿Cómo limpiar la flora intestinal?

 

Además de una dieta (si no te sientes capaz de empezar, es comprensible, pero cuidado, tendrás que seguir reduciendo la ingesta de alimentos si quieres resultados) también puedes utilizar algunos suplementos:

  • Carbón activado :

El carbón activado absorbe y adsorbe todas las toxinas bacterianas del intestino, incluidos los metales pesados, los xenobióticos y otras sustancias aportadas por la dieta y los tratamientos farmacológicos. Es preferible tomarlo en polvo para una mayor eficacia y debe tomarse a distancia (unas 2 horas) de cualquier medicamento u otros suplementos.

  • Psyllium y lino :

Son laxantes mecánicos que tienen la particularidad de formar un gel en contacto con el agua. Es esta sustancia mucilaginosa la que permitirá la evacuación de la materia fecal estancada, incluso de las heces viejas, y por tanto de las toxinas con ella.

  • Brote de nuez:

Actúa sobre el desequilibrio de la flora intestinal limpiándola y regenerándola. Es especialmente eficaz cuando se toman antibióticos.

  • Aceites esenciales:

Algunos aceites esenciales pueden ayudar a desinfectar la flora intestinal: estragón, albahaca, orégano, canela, clavo, laurel, comino.... Se trata de aceites esenciales que deben utilizarse con precaución (acudir a un terapeuta cualificado: consulta). Existe un complejo de aceites esenciales específico en la nutrición de Salvia.

 

 

¿Cómo reequilibrar la flora intestinal?

 

Los prebióticos son hidratos de carbono que no pueden ser digeridos por nuestro organismo y son utilizados por la flora intestinal como medio de cultivo. Se trata de fructo-oligosacáridos y gluco-oligosacáridos. Nutren y, por tanto, son necesarios para el crecimiento de los probióticos en el intestino.

 

Algunos alimentos los contienen:

  • Alcachofa
  • Plátano
  • Ajo
  • Puerro
  • Cebollas
  • Salsifíes
  •  Espárragos
  •  Semillas de centeno, cebada
  •  Raíz de achicoria, elecampane, diente de león
  •  Tomate.

 

Los probióticos ayudan a equilibrar la flora intestinal. Los probióticos son microorganismos vivos (bacterias y levaduras) que se encuentran en los intestinos y garantizan una población bacteriana sana. Son esenciales para el sistema digestivo e inmunitario.

 

Se encuentran en todos los alimentos fermentados:

  •  Queso, leche, yogur
  •  Kefir, Kombucha
  •  Derivados de la soja: tempeh, miso, natto, shoyu, tamari
  •  Alimentos lacto-fermentados como el chucrut
  •  La cerveza de bodega también contiene levadura, que es una fuente de probióticos, a diferencia de la cerveza normal, donde se elimina.

 

¡Así que ya tienes todos los consejos que necesitas para mantener tu tripa en forma!