Todas las mujeres experimentan cambios hormonales mensuales debido al ciclo menstrual (u ovárico). Este famoso periodo de unos 28 días, desde el primer día de la regla hasta el primer día de la siguiente, vuelve cada mes y nos recuerda que nuestro cuerpo está preparado para quedarse embarazado (¡Bien! O no...)
Este ciclo se divide en dos fases, la fase folicular (desde el primer día de la menstruación hasta la ovulación), cuya duración varía, y la fase lútea (desde la ovulación hasta el primer día de la siguiente menstruación), que dura siempre 14 días.
Estas fases están controladas por las hormonas producidas por el complejo hipotálamo-hipófisis y por los ovarios.
Y son estas hormonas: los estrógenos hasta la ovulación y la progesterona después, las que provocarán el síndrome premenstrual.
Entonces, ¿cuál es la finalidad de estas hormonas?
Bueno, ambos actúan sobre el útero. La primera estimula el desarrollo y la vascularización del endometrio, mientras que la segunda prepara el útero para la implantación.
Si no se produce la fecundación, nuestro cuerpo experimenta un descenso de estas dos hormonas, lo que provoca la menstruación.
Para la mayoría de las mujeres, este fenómeno no es tan sencillo como parece sobre el papel. De hecho, estas variaciones hormonales tienen consecuencias más o menos importantes para cada uno de nosotros, que a menudo se subestiman.
Los estrógenos provocan hinchazón de los pechos y retención de líquidos, que la progesterona suele aliviar. Sólo a veces el estrógeno puede ser secretado en exceso
y, por el contrario, la progesterona puede ser insuficiente. A veces también se culpa a la aldosterona, segregada por la corteza suprarrenal de forma cíclica y más importante en la fase
premenstrual. Son estos desequilibrios los que a su vez provocan síntomas físicos tan diversos como :
¿Eso es todo? ¡Claro que no! Porque estas fluctuaciones hormonales son percibidas por el cerebro e incluso se sospecha que influyen en los neurotransmisores, especialmente en la serotonina. Por ello, los síntomas no son sólo físicos, sino también psicológicos: irritabilidad, agresividad, emotividad, ansiedad, episodios depresivos, problemas de concentración y memoria...
El SPM también tiene la particularidad de reactivar los síntomas de patologías crónicas de todo tipo: digestivas, dermatológicas, psicológicas...
¡Los signos físicos y neuropsicológicos se estiman en 150 como mínimo!
Obviamente, es cíclico, por lo que no deja mucho respiro... Que no cunda el pánico, hay soluciones
En primer lugar, la dieta:
Las grasas saturadas, los alimentos refinados, la sal y la cafeína deben evitarse en la medida de lo posible durante los últimos días del ciclo.
Por otro lado, preferimos el omega 3, los cereales integrales, las legumbres, las semillas oleaginosas y la fibra.
También es importante un buen aporte de minerales como el calcio, el magnesio, el hierro, el cromo y el zinc.
El consumo de 25g de linaza al día tiene un efecto sobre la tensión mamaria dolorosa.
La vitamina E también puede ayudar a reducir la inflamación y, por tanto, el dolor. La vitamina C tiene un efecto sobre el estrés.
Se dice que la vitamina B6 tiene un efecto sobre la ansiedad y la irritabilidad, pero es raro que se agote, a menos que se tomen medicamentos antivirales o antidepresivos que reduzcan su absorción. En este caso, debe tomarse como suplemento sin superar los 100 mg/día. Lo mejor es consultar a un terapeuta cualificado.
También las plantas:
El macerado concentrado de brotes jóvenes de frambuesa es un regulador ovárico, también regula el flujo sanguíneo y actúa contra los espasmos uterinos. Tomar 2 x 5 gotas/día desde el 10º día del ciclo hasta el inicio de la siguiente menstruación.
Si es necesario, puedes combinarlo con macerado alcohólico de árbol casto: de 10 a 25 gotas 3 veces al día desde el 10º día del ciclo hasta el final del periodo.
Si el dolor abdominopélvico es intenso, puedes aplicar unas gotas de aceite esencial de estragón mezcladas con un poco de aceite vegetal en el bajo vientre varias veces al día.
Para los síntomas menos graves, pueden ser suficientes las infusiones de milenrama y romero que se toman a lo largo del día a partir del día 18 del ciclo.
Los aceites esenciales de lavanda y petit grain bigarade son interesantes para reducir la inflamación y los síntomas de origen nervioso.
Para combatir la retención de líquidos, puedes drenar el cuerpo con, por ejemplo, diente de león, pilosella, alcachofa o ceniza.
Varios hidrolatos también pueden acompañarte durante este periodo: salvia sclarea, rosa damascena, ciprés, albahaca y hierba de San Juan. Tomar en sinergia de 3 en función de los síntomas. Empieza una semana antes de la menstruación y durante la misma. Mezclar 50 ml de cada hidrolato y poner 1 cucharada de esta mezcla en 1 litro de agua para beber a lo largo del día.
Y por último, ¡el ejercicio físico!
Una actividad física regular a lo largo del mes mejorará el flujo sanguíneo hacia los distintos órganos y regulará así las variaciones hormonales.
Se recomienda caminar, hacer footing, nadar y montar en bicicleta.
¡Eso es! Si tiene alguna pregunta o comentario, no dude en enviarme un correo electrónico: Formulario de contacto
No olvides remitirte a un terapeuta con experiencia. Son posibles contraindicaciones o interacciones. En particular, en el caso de los trastornos dependientes de las hormonas.